
La firma en la célula - Stephen C. Meyer
«El intento de explicar la vida solamente a partir de componentes químicos ya está verdaderamente muerto. El naturalismo no puede responder al problema fundamental de cómo obtener a partir de materia y energía una función biológica sin la infusión de información de parte de una inteligencia.
La información no es algo derivado de las propiedades materiales; en cierto sentido, trasciende la materia y la energía. Las teorías naturalistas que dependen de manera única de la materia y la energía no van a poder dar cuenta de la información.
Solo la inteligencia puede hacerlo. Creo que este conocimiento cada vez va a ser alcanzado por más y más personas, en especial por los científicos más jóvenes que crecieron en la era de la tecnología de la información.
En la actualidad, compramos información, la vendemos, la consideramos un bien de intercambio, la valoramos, la enviamos a través de cables y la transmitimos por los satélites; y sabemos invariablemente que procede de seres inteligentes.
¿Así que, qué hacemos ante el hecho de que hay información en el centro de la vida? ¿Qué hacemos ante el hecho de que el ADN almacena mucho más información en un espacio mucho más reducido que la supercomputadora más avanzada del planeta?
La información es la marca distintiva de la mente. Y nada más por la evidencia en la genética y la biología podemos inferir la existencia de una mente que es mucho mayor que la nuestra: un diseñador consciente, planificador, racional, inteligente, que es asombrosamente creativo. No hay manera de evadirlo…»