Corría el año 2017 cuando Ricardo Vásquez Kunze preguntaba, en su programa Pulso, a Agustín Laje y Nicolás Márquez, ¿cómo así esa ideología llamada “nueva izquierda” podía ser apoyada por instituciones y gobiernos que se supone que son de derecha? La respuesta que dieron los entrevistados –de que estos puntales de “derecha” eran “funcionales” a la izquierda– dejaba una especie de sinsabor, de respuesta incompleta, no del todo clara.
Muchos de los que estábamos, de una u otra forma, involucrados en el activismo contra el tema de género, y los entrevistados mismos, sabíamos que faltaba una explicación más clara. Se conocía ya, desde años antes, cómo fluía el financiamiento de instituciones, empresas u organismos que no encajaban precisamente en el esquema de “izquierda”; pero las hipótesis de un interés meramente económico y demográfico no quedaban del todo articuladas, requeríamos una mayor explicación, explorar más a fondo esas razones. Los hechos estaban ahí, la inversión era fuerte para empujar la agenda; pero la obsesión con la que se empujaba no dejaba una explicación presentable ni una respuesta a esa inteligente pregunta.

Retrocedo algunos años para empezar esta reseña. Poco antes de dichos años, ya el Dr. Miklos Lukacs había iniciado una investigación –con la intensidad y seriedad que lo caracterizan– para tratar de encontrar una explicación más general de lo que estaba sucediendo, tomando como punto de partida la denominada #4R, o la Cuarta Revolución Industrial, definida por el propio Klaus Schwab como la fusión de tecnologías que están borrando las líneas entre lo físico, lo digital y lo biológico. Han pasado alrededor de siete años desde que el Dr. Lukacs se internó en este proyecto, y hoy la existencia de un proyecto globalista que impone una determinada agenda molde para todos los países es una cuestión innegable.
Neo entes aparece justo en el momento en que nadie puede negar la existencia de este globalismo que, a decir del autor, a diferencia del proceso de globalización, “es la imposición gradual, unilateral e inconsulta de un sistema político, económico, tecnológico, social y cultural único caracterizado por la verticalización y concentración de poder que necesita abolir el concepto de identidad –desde la individual a la nacional– para materializarse.»
Debo confesar que esperaba un libro más voluminoso, dada la abundancia de evidencia y eventos que han aparecido y sucedido sobre este proceso de sometimiento globalista en los últimos años; más aún, conociendo la gran cantidad datos y documentos con los que el autor contaba al llevar a cabo su investigación. No obstante, luego de leerlo y disfrutarlo en cada uno de sus capítulos solo queda confirmado el hecho que yo me encontraba profundamente equivocado. El autor no ha necesitado hacer un enorme tratado para transmitir la información y los sustentos suficientes para esbozar – como él mismo dice – “el rompecabezas” globalista.